1- La
hipnosis elimina el control, la voluntad y la autonomía del hipnotizado que
puede quedar en manos del hipnotizador:
En hipnosis no se pierde el control, la
persona hipnotizada es quien tiene el control, pudiendo interferir con las sugestiones
que no le agraden, tanto como aceptar aquellas que quiera, pudiendo interrumpir
el proceso en cualquier momento y por propia voluntad.
No es el trabajo ni la intención del
profesional controlar al paciente, sino guiarlo, orientarle y enseñarle a tener
más autocontrol sobre conductas que hasta el momento la persona pudo haber
vivido como respuestas automáticas o involuntarias a ciertas circunstancias de
su vida.
Asimismo, la autohipnosis es una estrategia
de control y afrontamiento que promueve que la persona aprenda a controlar
aquellas respuestas automáticas.
2- La
hipnosis podría dejar a la persona en
trance de forma permanente, de modo de no poder salir del estado
hipnótico, y así sería posible que quedara en aquel estado, coartada en su
volición o se mantendría en una especie de sueño perpetuo.
Al ser la hipnosis una experiencia común que
se da espontáneamente en la vida cotidiana y en distintos momentos del día
donde se entra y sale de ella de manera natural, es imposible quedarse en un
trance sin fin.
3- La
hipnosis provoca un estado similar o equiparable al del sueño en el que la
persona muestra características especiales, si no suceden dichas
características la persona no estaría en hipnosis.
Si bien la etimología de la palabra hipnosis
significa sueño, en rigor la experiencia hipnótica no implica ninguna clase de
sueño y tampoco es necesario que la persona en trance tenga que presentar un
estado y presencia particular como la de los ojos cerrados, un estado de ensoñación, relajación o
aletargamiento. Se puede estar en hipnosis a través de un proceso de alerta y
actividad.
4- La
hipnosis provoca reacciones o conductas inusuales, excepcionales, y casi
mágicas en las personas.
En hipnosis, la persona se encuentra con los
propios potenciales, recursos y capacidades, sin la intervención de los criterios de la
consciencia, que a veces pone
limitaciones mediante los juicios que hace de las propias competencias. De esta manera facilita que la persona pueda desarrollar
esas mismas capacidades de un modo pleno.
5- La
hipnosis por sí misma es una terapia rápida y eficaz que no exigiría ningún
esfuerzo por parte del paciente para cambiar su comportamiento.
La hipnosis no es una terapia, es un
instrumento y herramienta terapéutica al
servicio de un tratamiento.
Los tratamientos con hipnosis clínica por disposición legal,
sólo pueden realizarlo los profesionales de la salud: psicólogos, médicos,
dentistas, que tengan formación específica en el uso del conjunto de técnicas y
posean matrícula ante el Ministerio de Salud.
El consultante al estar participando
activamente del proceso de terapia con hipnosis e implicarse responsablemente
en su proceso de cambio logrará conseguir los resultados perseguidos.
6- Es imposible
que la persona en hipnosis mienta.
Como la persona en hipnosis mantiene el
control de lo que le ocurre en todo momento, no revelará ninguna información
que no revelaría fuera de hipnosis, por lo que puede mentir a voluntad.
7- Todo lo
que se recuerda en el proceso mientras se está en hipnosis es verdad, como si
la memoria de la vivencia o experiencia recuperadas durante el trance fuera el
hecho en sí mismo tal y como se dio en el momento del suceso.
La persona en hipnosis es capaz de recordar
cosas correctas e incorrectas, pero aumenta su confianza en que lo que recuerda
es cierto aunque no lo sea. Es probable que no pueda distinguir un recuerdo
falso de uno real.
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